Todo comenzó aquel triste día invernal, en el otoño más frío que jamás habian sentido, en el que salieron a pasear.
Caminaban lentamente por la orilla del río, cuando de repente, sin previo aviso apareció ante ellos algo atroz....
Que nunca habrían pensado que pudiera ocurrir. De nuevo la realidad superaba la fantasia.
Tras aquella curva del camino que haría girar sin saberlo, el rumbo de cada uno de ellos, destinándolos al desencuentro para el resto de sus vidas.
Allí estaba, un fantasma del pasado, solo que de carne y hueso, alguien a quién creian enterrado en el olvido pero ahora estaba de nuevo frente a ellos.
Los miro fijamente, ellos a su vez, se miraban mutuamente, buscando en sus mentes una explicación lógica, para entender la presencia de quién estaban viendo, aunque sus mentes trabajaban al máximo, no podian encontrar el motivo de este encuentro...
estaba de nuevo frente a ellos...
Porque a ellos? ¿Porque ahora?, sabían que podía ocurrir, pero se negaron a ver la cruda realidad, sumidos en sus dulces e insípidas vidas. Ahora todo va a cambiar, se repetían hacia si mismos. Allí, frente a ellos se encontraba el billete de ida hacia, quizas, a la mayor aventura de sus vidas.
El monstruo los miraba fijamente, especialmente a ella, parecia como que le excitase observar aquel escote que ella llevaba.
Aquel hombre, a quién el alcohol y las drogas convirtieron en un monstruo, un monstruo lleno de maldad, parecia imposible creer que algun día ella pudo amarlo tanto, que soporto tantos años de dolor a su lado, hoy estaba allí, recordandole un pasado que no quería volver a revivir, ni en su cuerpo ni en su mente, ahora que era felíz junto a un hombre bueno, que le enseño a amar de nuevo, no podía ser, no esra posible, estar nuevamente frente a este monstruo de maldad, a quién creia muerto hacia tanto tiempo...
La mente de Ana retocedió en el tiempo, a aquel momento en que lo conoció, era una tarde como la de hoy, fria, en pleno invierno madrileño, ella había tenido que salir a la calle para comprar lo que le hacia falta en casa, tenía que atender a su padre enfermo y se habían acabado las provisiones, por lo que le fue imperioso salir a la calle, estaba distraída, revisando la lista de las compras, atravesó la calle descuidadamente cuando de pronto escucho el frenazo de un auto y sintió un golpe...
Caminaban lentamente por la orilla del río, cuando de repente, sin previo aviso apareció ante ellos algo atroz....
Que nunca habrían pensado que pudiera ocurrir. De nuevo la realidad superaba la fantasia.
Tras aquella curva del camino que haría girar sin saberlo, el rumbo de cada uno de ellos, destinándolos al desencuentro para el resto de sus vidas.
Allí estaba, un fantasma del pasado, solo que de carne y hueso, alguien a quién creian enterrado en el olvido pero ahora estaba de nuevo frente a ellos.
Los miro fijamente, ellos a su vez, se miraban mutuamente, buscando en sus mentes una explicación lógica, para entender la presencia de quién estaban viendo, aunque sus mentes trabajaban al máximo, no podian encontrar el motivo de este encuentro...
estaba de nuevo frente a ellos...
Porque a ellos? ¿Porque ahora?, sabían que podía ocurrir, pero se negaron a ver la cruda realidad, sumidos en sus dulces e insípidas vidas. Ahora todo va a cambiar, se repetían hacia si mismos. Allí, frente a ellos se encontraba el billete de ida hacia, quizas, a la mayor aventura de sus vidas.
El monstruo los miraba fijamente, especialmente a ella, parecia como que le excitase observar aquel escote que ella llevaba.
Aquel hombre, a quién el alcohol y las drogas convirtieron en un monstruo, un monstruo lleno de maldad, parecia imposible creer que algun día ella pudo amarlo tanto, que soporto tantos años de dolor a su lado, hoy estaba allí, recordandole un pasado que no quería volver a revivir, ni en su cuerpo ni en su mente, ahora que era felíz junto a un hombre bueno, que le enseño a amar de nuevo, no podía ser, no esra posible, estar nuevamente frente a este monstruo de maldad, a quién creia muerto hacia tanto tiempo...
La mente de Ana retocedió en el tiempo, a aquel momento en que lo conoció, era una tarde como la de hoy, fria, en pleno invierno madrileño, ella había tenido que salir a la calle para comprar lo que le hacia falta en casa, tenía que atender a su padre enfermo y se habían acabado las provisiones, por lo que le fue imperioso salir a la calle, estaba distraída, revisando la lista de las compras, atravesó la calle descuidadamente cuando de pronto escucho el frenazo de un auto y sintió un golpe...
La muerte está tan segura de alcanzarnos, que nos da una vida de ventaja.