- 02 Dic 2009, 18:55
#197781
Hay un colectivo, que ni siquiera se puede plantear nada en materia fiscal o de ss.ss. Nada de nada.
Desde hace 37 años, a final de mes, en la casilla derecha de mi nómina hay una cantidad determinada (lo que cobro), que supone casi la mitad de lo que pone la casilla derecha (que es lo que gano).
Y jamás he podido hacer ninguna cuenta porque, a final de año, los de Hacienda me mandan unos papeles en los que aparece, con más detalle que en mi propia contabilidad, el borrador de mi declaración, que además es casi siempre positiva, pese a que cobro la mitad de lo que gano.
Por contra, mi peluquero, mi dentista, mi tendero, mi verdulero-carnicero-frutero, el que me repara el coche, el del bar de la esquina, la señora que viene a ayudar a casa, el del kiosco de prensa, el del Restaurante, y otros cien más que tratan conmigo asuntos de pelas, no tienen el control que yo tengo, y cada uno de ellos hace las cuentas tratando de trincar lo que puede (o lo que le dejan).
El caso es que nadie está contento, pero el del kiosco de prensa vive además en el piso de al lado y tiene un coche mucho más grande que el mío.
Son casualidades de la vida...
Desde hace 37 años, a final de mes, en la casilla derecha de mi nómina hay una cantidad determinada (lo que cobro), que supone casi la mitad de lo que pone la casilla derecha (que es lo que gano).
Y jamás he podido hacer ninguna cuenta porque, a final de año, los de Hacienda me mandan unos papeles en los que aparece, con más detalle que en mi propia contabilidad, el borrador de mi declaración, que además es casi siempre positiva, pese a que cobro la mitad de lo que gano.
Por contra, mi peluquero, mi dentista, mi tendero, mi verdulero-carnicero-frutero, el que me repara el coche, el del bar de la esquina, la señora que viene a ayudar a casa, el del kiosco de prensa, el del Restaurante, y otros cien más que tratan conmigo asuntos de pelas, no tienen el control que yo tengo, y cada uno de ellos hace las cuentas tratando de trincar lo que puede (o lo que le dejan).
El caso es que nadie está contento, pero el del kiosco de prensa vive además en el piso de al lado y tiene un coche mucho más grande que el mío.
Son casualidades de la vida...
