- 18 Jul 2014, 21:31
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Aquí andamos de nuevo y para que no me extrañen les dejo los siguientes chascarrillos.
La nueva maestra, mujer enérgica y de carácter duro, le dijo a Rosilita: “No me gusta desperdiciar palabras. Cuando te haga así con el dedo índice eso querrá decir que vengas’’. “A mí tampoco me gusta desperdiciar palabras -respondió la chiquilla-. Cuando yo le haga así con el dedo de en medio eso querrá decir que no iré’’
Madrilo y Valencio, españoles, iban a ir de cacería a un bosque. Al iniciar el viaje dijo Madrilo: “Para no perdernos llevaré una brújula y un mapa detallado del bosque y sus alrededores”. “Me parece muy bien -juzgó Valencio- pero para el caso de que nos perdamos yo llevaré arroz, azafrán, pollo, trozos de carne de cerdo, camarones, almejas y una paellera”. Preguntó, intrigado, Madrilo: “¿De qué nos servirá todo eso en caso de que nos extraviemos en el bosque?”. Explicó Valencio: “Si nos perdemos y no llega nadie en nuestra ayuda, encenderé fuego y empezaré a hacer una paella. Inmediatamente vendrán cien gilipollas a decirme que así no se hace una paella”
Un rico banquero se prendó de una muchacha a quien nadie conocía en la ciudad. Los abogados del ricacho, temerosos de que su cliente cayera en manos de una mujer ambiciosa y sin escrúpulos, contrataron secretamente a un despacho de detectives a fin de que recabara informes de la chica. Una semana después los pesquisidores entregaron su reporte: “La joven mujer objeto de la investigación es virtuosa, de excelente conducta, absolutamente decente, casta y honesta. Lo único malo que se puede decir de ella es que a últimas fechas se le ha visto en compañía de un banquero ladrón, sinvergüenza, desprestigiado y de pésimos antecedentes personales, familiares y sociales”
Josesito lloraba desconsoladamente porque su tortuguita había muerto. “No llores -trató de consolarlo su mamá-. Te llevaré al centro comercial; comeremos pizza, y de postre un helado grande; escogerás un juguete que te guste; después iremos a ver una película, y en el cine te compraré un chocolate, un refresco y una cubeta grande de palomitas. ¿Qué te parece? Pero... ¡mira! ¡La tortuguita no murió! ¡Se mueve! ¡Estaba dormida nada más!”. Pregunta Josesito: “¿Puedo matarla?”
Don Pipino, tímido señor, estaba casado con una fiera mujer, doña Gorgolota. Había comprado don Pipino un billete de lotería para el sorteo de los viernes, y sucedió que se sacó el premio mayor.Lleno de júbilo corrió a su casa. En el camino iba pensando cómo le iba a dar la noticia a su mujer. Le diría: “¡Me saqué el premio gordo, vieja, no agraviando!”. Al llegar, sin embargo, se encontró con que doña Gorgolota no estaba en la casa. Sobre la mesa del comedor vio una carta en la cual su esposa le anunciaba que se había ido con su mejor amigo. Don Pipino meneó la cabeza y dijo: “No cabe duda: cuando la buena suerte llega, por todos lados llega”
Hasta la próxima mis amigos!!!!!!!!!!!!!!
La muerte está tan segura de alcanzarnos, que nos da una vida de ventaja.