- 26 Sep 2014, 10:08
#344002
Yo eso es la primera vez que lo oigo, vamos. Otra cosa es que habitualmente se coloca el mallazo en el suelo para que "se levante" al ir hormigonando. Lo correcto es usar calzos aunque rara vez se hace
Aquí algunos datos de armado de soleras:
Armado de soleras
Soleras de hormigón armado con juntas: la armadura se situará en el tercio superior y a unos 50
mm de la superficie, sobre calzos o celosías prefabricadas para ello.
Habitualmente se utilizan mallas electrosoldadas ME 15x15Ø6-6 B500T (UNE 36092:96), con una
cuantía geométrica comprendida entre el 0,07% y el 0,1%, siendo el solape entre barras o mallas de
30 Ø, con un mínimo de 450 mm.
La armadura de la malla debe interrumpirse en la zona próxima a la junta de contracción o
retracción, quedándose retirada a unos 70-80 mm de la misma.
Soleras de hormigón armado con fibras: se están utilizando en la actualidad la adicción de fibras
con el objetivo de conseguir un hormigón más homogéneo, con retracción controlada y mejores
condiciones mecánicas (tracción, fatiga e impacto). Las fibras pueden clasificarse en:
- Fibras poliméricas (polipropileno, poliolefina, etc.) utilizadas exclusivamente para controlar la
retracción.
- Fibras de acero, además de controlar la retracción contribuyen a aumentar la capacidad
mecánica del hormigón.
Soleras de hormigón armado continuo: se utiliza una mayor cuantía de armadura, en relación
con las soleras armada con juntas, al objeto de no disponer juntas transversales, provocando
fisuras transversales a distancias próximas (0,50-2,50 m), manteniéndolas con una abertura
inferiores a 0,50 mm.
El armado se realiza tanto en la cara superior como en la inferior, reforzando las zonas de otros
elementos rígidos (pilares, sumideros, arquetas), con la colocación de una armadura a 45º
(perpendicular a la tensión de tracción producida por la retracción).
Soleras de hormigón pretensado: mediante postesado con armaduras activas dispuestas en
vainas se pretensa la solera, sometiéndola a compresión y consiguiendo neutralizar las tracciones
ocasionadas por la retracción del hormigón en la fase de secado, gradientes térmicos y cargas que
actúen sobre la solera, controlando de esta manera la aparición de fisuraciones.