- 03 Jun 2009, 17:32
#165122
Una obra de Norman Foster cuesta, al final de su ejecución, exactamente lo que se previó en la oferta de adjudicación, ya que tanto el proyecto de ejecución como los pliegos de condiciones son redactados por el mismo equipo.
Esto crea montones de problemas, ya que, -si se ha licitado por baja rabiosa-, al no haber posibilidad de variantes ni reformados, la constructora puede palmar un montón de duros por "pardillear" en un proyecto serio.
Como no hay forma de rascar un duro, no hay beneficios, ni deviaciones, ni comisiones, ni alegrías de ningún tipo, por lo cual todos los participantes en la ejecución-dirección-supervisión, no van a cobrar más que el porcentaje puro y duro que se fijó al principio.
Con lo cual, al final la obra luce un montón... pero solo para provecho y gloria de Foster y del contribuyente. Todos los demás que participan, ejecutan, libran y controlan ese proyecto se quedan a dos velas.
Es exactamente lo contrario que ocurre en una obra de Calatrava: el precio final de sus obras puede ser VEINTE VECES el calculado inicialmente, con lo cual, durante todo el proceso de ejecución va a haber dinero a troche y moche para todo el mundo, ya que lo que se va construyendo cambia de día en día y -al final-, entre lo que se licitó y lo realmente construido hay un diferencial del DOS MIL POR CIENTO.
¿Vais viendo el porqué del éxito del ingeniero-arquitesto?.
Todo el mundo sale satisfechísimo... excepto el contribuyente, claro.
Pero el contribuyente, como al final no se entera de lo que ocurre, o si se lo cuentan le parece chiste, pues sigue votando a los que siguen poniendo a Calatrava.
Y es que el arte fallero es muy apreciado en los lugares en los que las Fallas tienen un gran predicamento.