Sigo en plan intenso
Y es que estaba pensando en cuáles son esos momentos de la vida en que tomas las decisiones que marcarán (a priori) tu camino, y que sin duda condicionarán, si no tu personalidad, al menos sí tu forma de vida y relaciones. Y me acuerdo de tres momentos cruciales:
Se me viene a la cabeza el curso 89-90, al pasar a 2º de B.U.P. (Bachillerato Unificado Polivalente, para los de la E.S.O.: Enseñanza Secundaria Obligatoria; por favor, que alguien lo incorpore al post de acrónimos), cuando tuve que tomar una decisión y optar por las asignaturas de ciencias o letras. Evidentemente, elegí ciencias. La razón: pues porque mis colegas también iban por ahí, y además, yo pensaba que a las chicas les gustaría más (craso error!

). Pero realmente, me daba por el culo una opción o la otra. No tenía criterio para elegir, ya que no conocía ninguna de las dos opciones.
Otro momento cumbre fue el paso a C.O.U. (Curso de Orientación Universitaria; lo que hoy en día vendría siendo 2º de bachiller), el año 91, en el que tuve que ahondar más en dicha orientación: ciencias puras (rama científico-tecnológica) o ciencias mixtas (bio-sanitaria); pero esta decisión ya venía condicionada por la del año 89. Fui por ciencias puras; razón: una vez más, el círculo social en el que me movía. A nivel personal, me importaba un cojón de alondra la rama que fuese. Y sabía que podía hacer cualquiera de las que hubiese, así que...
Y el último momento fue al año siguiente, una vez aprobada la selectividad (prueba, por cierto, que tuvimos que repetir los de la promoción del 92 en Galicia, por culpa de no sé qué filtración

; la única generación que tuvo que repetir la selectividad); pues bien, llegaba el momento de elegir carrera; y ahí sí que tenía el criterio bastante claro.
Y una razón poderosa y eminentemente pragmática: las perspectivas de desarrollo profesional en el futuro. Así que opté por la industrial. Y por eso soy lo que soy a nivel profesional (que no personal). Sin vocación ni motivación alguna, más que la relativa "seguridad" que te da disponer de un título con el que se presupone una mayor facilidad para incorporarse al mercado laboral.
Lo curioso del tema fue que el orientador que tenía asignado en el instituto me dijo, tras ojear mis solicitudes para las escuelas universitarias, que sin duda tenía un talento innato para la ingeniería, y en concreto para la industrial. Qué hacha, el tío, oyes
En fin, qué cosas, ¿verdad?
Los que tuvisteis que tomar esas decisiones en esos momentos, o en otros similares, ¿teníais claro lo que hacíais? ¿Sentíais la "llamada de la vocación"?
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