- 08 Mar 2010, 22:25
#211223
Hay muchas razones para la falta de competitividad y todo depende de cual sea el campo del que se está hablando. Desde luego, el principal que se señala es la falta de competitividad industrial.
Uno de los factores principales es el desajuste que hay entre la riqueza real y los salarios en España. Pero el problema no es de ahora (de hecho ahora es menos grave que hace un par de años), sino que viene de bastante atrás y provocado por nuestra maravillosa cultura del ladrillo.
El problema surge cuando, de repente, los sueldos empiezan a subir muchísimo gracias a la construcción. La construcción absorbe la mano de obra, con unos sueldos en algunos casos estratosféricos. La mano de obra incrementa en muy poco tiempo su coste, y las empresas, cuya competitividad se basa en el menor coste de mano de obra, no son capaces de cambiar el modelo y modernizarse lo suficiente para conseguir competir. A partir de entonces, ya no hay vuelta atrás. Los medios de producción no son acordes a una mano de obra encarecida en muy poco tiempo. Las empresas empiezan a tener serios problemas y solo a base de grandes esfuerzos consiguen mantenerse en el mercado. Por si eso fuera poco, se incorporan a nuestro mercado otros países que tienen la mano de obra no más barata, sino muchísimo más barata que nosotros. Además, dicha incorporación no tiene posibilidad de entrar en nuevos mercados. La política es abrir nuestro mercado a cambio de que ellos sigan sin abrir los suyos, es decir, a cambio de nada. Lógico y normal.
En medio de esta propicia situación (tomese propicia como comentario irónico) estalla la política del pelotazo. Interesa promocionar todo lo que se pueda la construcción, pues es lo que da dinero a las arcas gubernamentales y, sobretodo, a los bolsillos de muchos sinvergüenzas. En una situación idílica para algunos, se favorece a la construcción, dándole lo que a otros sectores se les niega. Los créditos siempre caen al mismo lado. Los impuestos al contrario. Mientras, se penaliza la industria con créditos e imposiciones increíbles, despreciando costes y sobrecostes por el corto tiempo permitido para realizar los cambios. Pasamos de tener la legislación en muchas materias más atrasada de Europa a ser los número uno con diferencia. Somos el ejemplo en materia de seguridad, medio ambiente y en mil cosas más. Eso sí, somos el número uno cuando hace apenas unos años éramos los últimos. Un cambio tan fuerte en tan pocos años hay que pagarlo y es muy difícil de absorber. Mientras tanto, las medidas de seguridad en la construcción, teóricamente también rígidas, son mucho menores que las que se aplican en la industria y las medioambientales de risa. Por no hablar de reciclaje ni de otras varias cosas que, si bien hay que hacerlas, en tan poco tiempo de cambio, como dije antes, se convierten en un plato difícil de digerir. Ojo, no critico las medidas, sino la forma de aplicarlas y la diferencia de criterio con los diferentes sectores.
Por si eso fuera poco, el coste de hacer todas las infraestructuras que hay que hacer supone un elevado coste. Elevado coste para el cual hay que sacar dinero y, ¿quien tiene dinero?. La respuesta es obvia, la industria (de nuevo ironía). Los impuestos que se pagan en las empresas industriales españolas dejan alucinados a todos uestros vecinos europeos. Hay impuestos por todo. Se paga incluso por piezas en almacén fabricadas hace años. No hay nada que no se pague. Mientras, la multa por tirar un fluorescente al contenedor es de un millón de las antiguas pesetas, y es mucho más fácil hacer una inspección a cualquier fábrica, que pasarse por una obra. En la obra llueve y hace frío.
Pero volvamos al tema inicial, la mano de obra. Hace unos años el aprendiz no llegaba a mileurista. Se era aprendiz hasta pasados un par de años trabajados, después de salir de la FP, pues desde entinces le quedaba mucho por aprender (vamos, lo que se nos aplica fielemte a los ingenieros). Con el tirón de la construcción, los recién salidos de la FP te pedían 1500€ netos mensuales. Sabían que si no se lo dabas tú, se podían ir a la obra tranquilamente. Frente a esta situación, todos los sueldos se dispararon. El tornero que llevaba dos años te pedía 1800€ y el que estaba ya curtido pedía más que cualquier ingeniero de los que andamos por aquí. Eran los años buenos y había que aprovecharlos. El asunto era que ¿eran los años buenos para quién?
Las empresas continuaban por inercia. Los beneficios eran pocos y se sostenían gracias a una gran demanda debida a una fuerte construcción. Era también un gran problema porque si la construcción caía, gran parte de la industria iría detrás. Todos lo veían claro, pero nadie se podía bajar del carro. Florecieron mil y un pequeños talleres que ahora o han cerrado o están tirando los precios para subsistir (otro problema más), basados en esa demanda brutal que al final dejaba poco o nada. Con los beneficios obtenidos apenas se podía modernizar una maquinaria que requería una modernización inmediata. Recordemos que el dinero para inversiones se iba en la acelerada actualización en normativas de seguridad y medioambientales que se imponía a las empresas y, sobretodo, en impuestos.
Por tanto, la industria se encontraba con pocos ingresos porque, aunque el mercado había crecido (señalar que con unas formas de pago inasumibles en industria) había crecido mucho más la competencia, principalmente la procedente de países de Europa del este y de Asia. Los precios bajaban y los costes de mano de obra subían enormemente. Además, había que ponerse al día en cuestión de normativa. A eso se le suma un incremento en impuestos y la total ausencia de ayudas y ya está liada. La mayor parte del dinero para modernizarse ya no está. Se modernizó el que pudo y como pudo, pero la norma general es que las empresas se modernizaron poco o nada.
Pero ojo. Faltan los culpables más culpables de todos: los empresaurios (así, con la u). Los empresaurios no quisieron entender que comprar una máquina nueva suponía reducir costes. Que una buena política de calidad no solo no cuesta dinero, sino que es rentable. Que las máquinas modernas rinden más que las nuevas. Vamos, en resumen, que hay que invertir. Con la política empresarial española lo difícil era llegar hasta donde se ha llegado. El milagro español es que todavía sobreviva algo de industria.
Me dejo mil cosas más, pero creo que los fundamentales están marcados.
"Arte sin ingeniería es soñar, ingeniería sin arte es calcular"
"Yo te lo explico, porque no me cuesta nada y además es mi obligación" Reivindicador Dixit
"Esto es teóricamente posible pero prácticamente improbable" Mecagüenlá dixit
"En teoría no hay diferencia entre teoría y práctica. En la práctica, sí"