- 27 Jul 2010, 14:25
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Lo que creo que nadie duda es que, si comparamos la cultura con la que se sale ahora del colegio o del instituto con la que se salía antes, el nivel ha bajado considerablemente. Del mismo modo, si miramos a ver el número de analfabetos, el número baja también mucho. Es decir, se llega a un nivel inferior, aunque sea más gente. No hay más analfabetos, pero los que no lo son, tienen menos conocimientos.
El problema es que si antes había analfabetos por falta de medios, ahora hay muchos por falta de interés y a esos se les ve mucho. Estamos frente a una sociedad que premia la mediocreidad, y eso no es precisamente bueno. La cantidad de medios de aprendizaje actuales no sólo no han servido para que se aprenda más, sino que han tenido un efecto contrario y lo que se aprende es a no esforzarse, a tener poco interés.
Buenos y malos estudiantes ha habido siempre, pero antes al mal estudiante se le reprochaba serlo. Ahora se le admira por ello. Gente con faltas de ortografía ha habido siempre, pero ahora es una forma de rebeldía que se traduce muchas veces en una incapacidad total para la escritura.
A mi me da igual que la gente sepa quien es Van Gogh, si ha cambio sabe muchas otras cosas. El problema es que se ha llegado a un nivel de pasotismo que esas otras cosas tampoco importan. Con saber si la de la tele se ha liado con otro es suficiente. Es ese cambio de objetivos el que me asusta. La gente vale lo mismo que su ropa. Si lleva ropa cara es mejor y si es barata, no vale nada.
Cuando era bastante pequeño, mi padre me enseñó a conducir. Poco más que ha meter primera y segunda y aparcar el coche, pero lo suficiente para poder cogerlo en caso de emergencia (eran otros tiempos, hoy en día suena a temeridad). Su justificación era clara. Antes, para poder sobrevivir, con saber hablar, caminar y nadar, se sobrevivía. En aquellos días, saber conducir era también necesario (o por lo menos muy útil). Hoy en día su razonamiento sigue siendo válido. Mi padre veía que el mundo había evolucionado y con él debían evolucionar las cosas a aprender. Comparándolo con la época actual, sus hijos sabrían manejar un ordenador desde muy, muy pequeños y estarían más al día en aparatos electrónicos que la mayor parte de los adultos. Eso sí, con él a su lado y sin dejar nunca aparte la educación tradicional. Tenemos que adaptarnos al mundo moderno en todo, y eso significa una serie de facilidades que antes no teníamos, pero también muchas cosas que aprender. Todas estas enseñanzas han de ir "orientadas" de forma que se aprenda bien y correctamente no sólo su utilidad, sino sus posibles problemas sobretodo por mala utilización.
La evolución tecnológica, la evolución de los medios de comunicación, la evolución de las nuevas tecnologías, nos ha cogido a contrapie. No estábamos preparados como sociedad a manejar tal cantidad de información y, sobretodo, no estábamos preparados para transmitir a nuestros hijos cómo habían de tratarla. Ahora, todo esto se ha vuelto contra nosotros.
Si unimos lo anterior a una gran laxitud en la educación, que sale precisamente por evitar caer en las rigideces de nuestros antecesores, y a una vergonzosa degradación en los medios de comunicación, tenemos un cóctel perfecto para provocar una generación con una gran pérdida de valores. Hemos conseguido una cultura de la incultura maravillosa.
"Arte sin ingeniería es soñar, ingeniería sin arte es calcular"
"Yo te lo explico, porque no me cuesta nada y además es mi obligación" Reivindicador Dixit
"Esto es teóricamente posible pero prácticamente improbable" Mecagüenlá dixit
"En teoría no hay diferencia entre teoría y práctica. En la práctica, sí"